sábado, 20 de junio de 2009

El castillo de las hadas




Existe un castillo dónde ni la imaginación
es capaz por ella misma de traspasar el umbral
permeable del velo que envuelve el Mundo,
como manto protector.
Un castillo espléndido en cuyo interior,
no existen puertas ni divisiones visibles,
mil hadas vuelan libres, fabricando fantasías
envolviendo los sueños de infantes adormecidos.
Al final del camino, en la vereda de mis sueños
un lugar mágico se abre de par en par cubierto de colmo
y por el tiempo envejecido con colores ofrendados del otoño.
Los verdes del musgo que se adhieren a sus paredes de piedra,
forman los bosques que alimentan el aire, tornando la existencia posible
Los dorados de sus brazones del sol toman su color
Castillo de hadas donde se enlazan las flores del campo y hermosos rosales
Ventanales cual diamantes brillan fulgurantes cuando sus cristales
Se abren para que entre en el castillo el sol matinal.
Almizcle, canela y jazmín es el aroma que se une al pino y al eucalipto
Para seducir la paz anhelada que sobra en este recinto
El silencio emite sonidos, como trinar de ruiseñor
Aquí los sueños son como el viento y suave brisa
Fruto del árbol que sabiendo esperar llamamos serenidad.
Las manos del destino tejen día a día el camino
Para llegar al castillo en forma de manantiales
que descienden hasta los Valles que alimentan
la Madre tierra ofrendado Vida en su paso.
Cierra tus ojos levemente como infante adormecido,
Deja que tus pensamientos se filtren en la oscuridad de la noche
Y deja tu cuerpo como pluma de águila blanca
Así el viento te arropará, elevando tu cuerpo
a este universo perdido de miradas de hombre
que dejo morir en su interior el niño que siempre acompaño.

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